Este, uno de los trabajos más enigmáticos del realizador Txuspo Poyo, nos adentra en la atmósfera asfixiante y decadente de una nave espacial en la que parece solo sobrevivir un último astronauta. El artista nos hace partícipes de los últimos días de este solitario personaje y sus quehaceres dentro de los limitados confines de su habitáculo. Las imágenes que han logrado sobrevivir y han llegado a la tierra están distorsionadas, en algunos casos desdibujadas, y son frecuentes las interferencias, pero pese a ello, podemos llegar a hacernos una idea de cómo han sido los últimos días de este piloto espacial, que parece haber focalizado su existencia en poder celebrar el cumpleaños de alguien a quien recuerda con especial intensidad, Lucy.
Este trabajo escapa de la linealidad narrativa y a través de retazos y fragmentos de imágenes logra construir una atmósfera densa y en ocasiones angustiosa, en la que los sueños, recuerdos y pensamientos del único protagonista se mezclan con escenas de su vida dentro de la nave. Robotos, botones y escafandras construyen la realidad de este personaje aislado en el espacio que quiere hacer llegar un mensaje a alguien en la tierra. Sus palabras, distorsionadas por la distancia, en momentos se hacen inteligibles, la transmisión es defectuosa y se presenta entrecortada, aun así su mensaje ha llegado a la tierra.
Con este trabajo, de nuevo Txuspo Poyo rinde homenaje al cine de ciencia ficción y se rodea de una iconografía extraída del cine espacial de los años 60, ubicando entre la maquinaria y tecnología compleja propia de la época una historia personal, mostrando la intimidad de un ser que vive aislado en el espacio pero que sigue pensando en la tierra. Sin duda un trabajo de factura impecable que presenta una historia conmovedora.