Las postales han ocupado un lugar muy especial en la transmisión tanto local como global del patrimonio nacional y de las colonias. Las postales han sido testimonio activo que conectaban origen y destino. La postal se convirtió en mensajero con marca de identidad, ya que traspasaba sus fronteras llevando una imagen precisa. El carácter historicista, político, social y cultural que se desprende de las postales, sus formatos y el color contienen una intencionalidad que aunque de dimensiones reducidas, cumplen su función en los medios de comunicación fortaleciendo la identidad nacional, y el orgullo cultural.
Una serie de postales de los años 60, 70 y 80 que han sido recopiladas a lo largo de varios años en los diferentes puestos de la Plaza Nueva de Bilbao. Estas postales guardan un mismo denominador: la cualidad de formar parte fragmentada de lugares (re)visitados, y que han llegado desde diferentes regiones de la Península a Bilbao en forma de felicitación, recuerdo o simplemente testimonial.
Esta cartografía de cascadas de agua, montañas, monasterios y textos, construye una imagen de imágenes con la extrañeza de la escala de los lugares y la memoria de los textos.